jueves, 6 de enero de 2011

f r í o

Se sentó y el frío se metió por sus zapatos que esa noche llevaba excesivamente grandes.
Escogió las palabras para seguir hablando, para evitar el silenco, para evitar los pensamientos que le podían pasar por la cabeza. Las sacó del bolsillo, y sin que él las viese, las dijo.
Él escuchó atentamente cada una de las palabras que ella le decía, la miraba, se reía con ella. Le tocaba, se calentaba las manos, asentía. En silencio. Escuchaba y escuchaba.
Cada vez hacía menos frío, aunque las horas iban creciendo.
La luz amarilla se adueñó de sus sombras, de su sonrisa. La de ella. Repetía cada una de las cosas una y otra vez y no se estaba dando cuenta. Él aún así, las escuchaba atentamente, asimilaba las palabras, le miraba con su mirada inexpresiva. Ausente pero presente. A su lado, sí, allí estaba, le mostraba el apoyo.
Aquello era muy difícil, dibujar esas palabras de tal forma, que él las entendiese a la primera, decirlas con claridad para no tener que repetirlas. Claro que, por ella las repetiría todas las veces que fuese necesarias, pero en ese momento no. Se encontraba temblando la voz a veces y para calmarla reía. Las risas le ayudaban a seguir.
Cuando su mirada encontraba la suya no podía evitar bajarla para volver a encontrarse con él de nuevo. Puedo calcular más de cincuenta de cruces de miradas, más de trescientas palabras, más de mil parpadeos y más latidos de su corazón que todo lo anterior. Sí. Fueron muchísimos.
Ella era feliz. Era feliz con lo que acababa de decir, con lo que había conseguido, por sí misma. Con las palabras que había guardado después de tanto tiempo y que tan perfectamente habían salido de sí.
Las sonrisas se abrazaron, las palabras celebraron su victoria en el aire, las miradas se fundieron en una, las sombras se tiñeron de doradas, la noche pasó a ser magnífica, los minutos pasaron como gotas de agua, los nervios fluyeron por el desagüe, las estrellas a ser la luz, las voces a hacer el mejor sonido del mundo, los silencios se volvieron cómodos y las manos quisieron tocarse.
Ya hacía más frío y ellos no lo notaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario