lunes, 24 de enero de 2011

Podrías hacer algo por volver, podrías hacer algo.

Esa noche se acostó con el miedo pegado a las sábanas.
Se tapaba porque tenía frío, y más miedo tenía.
Te estaba esperando, y esperó hasta que desesperó.
Un escalofrío parte sus pensamientos en dos y sus ojos se quiebran en lágrimas.
Espera, no te vayas, vuelve.

©Alejandra ( http://labioscolormanzana.blogspot.com/ )


lunes, 17 de enero de 2011

la mañana perfecta

"¿qué tienes ahora?"
lo releyó un montón de veces, una y otra vez.
miro hacia su izquierda, y a la derecha, le miró a él como primera persona, segunda, tercera, y última.
entonces, él que finjía estar echando cuenta y mirando la pizarra se dio cuenta de que ella le estaba mirando, y se giró, se miraron y sonrieron. ella agachó la cabeza y le escribió:
"prácticamente hora libre, ¿y tú?"
él la recibió. escribió rápido y la devolvió.
"estupendo, no me importa saltarme la mía. espérame ahora."
se contuvo la sonrisa, la risa nerviosa, las ganas de gritarle te quiero y las ganas de levantarse allí en medio, de estrujarle y dejarle sin respiración durante un infinito prolongado de tiempo.
le respondió.
":)"
sonó el timbre minutos después. hizo tiempo, demasiado tiempo queriendo al recojer la mochila, dejó pasar un par de minutos, y cuando la clase estaba medio vacía, salió. allí estaba él, se le había adelantado, le estaba esperando apoyado y con ganas de escapar.
andaron muy rápido, sin hablar nada, para salir cuanto antes, desaparecer de la vista de todos, permanecer ocultos tras lo visible.
una vez fuera, el frío les caló los huesos y no pudo aguantarlo más. ella se rió y se rió, y él enseguida empezó a acompañarle a sus risas.
y tras esto, llegando a su casa, ella le dijo: "bueno, ¿y a qué viene todo esto?"
no respondió, le abrió la puerta, cojió su mochila y la de ella y las colocó junto a la escalera de caracol. le indicó que se sentase en el sofá, y se metió en la cocina.
ella mientras que esperaba todo lo que él tardaba, examinó cada uno de los detalles de la enigmática estantería, leyendo cada uno de los títulos de los libros que había y, justo cuando se levantó a observar y ver los discos, apareció:
"eh, ya habrá tiempo para eso, te traigo tu colacao."
entonces, ella se sentó, en estado completo de shock. luego, sonrió, alcanzó un nivel de felicidad que me atrevo a decir, que alcanzaba las nubes.
colocó una de sus manos en un lateral de la taza de los beatles y sintió el calor, justo, el calor que entonces necesitaba. él se sentó en frente y tras estar mirando la taza un buen rato, ella levantó la mirada, y le buscó, él la esperaba en sus ojos para recibirla.
sí. fue entonces cuando ella comprendió, que tenían muchas cosas que hablar.

[...]

luego volvieron como si nada, visibles en lo invisible, por aquella puerta.
subieron por distintas escaleras para encontrarse de nuevo en un punto.
ella se alejó hacia su grupo de amigas, él, a hablar con un amigo.
sonó el timbre y entraron de nuevo.
sacaron las cosas, los materiales. ella miró hacia atrás cuando iba a sacar los bolígrafos y con la excusa, le miró a él.
con la sorpresa, de que él hizo lo mismo.
volvió a mirar hacia delante.
imposible atender, ahora era imposible. tantas cosas, tantos recuerdos... cuando,
volvió a repetirse.
"gracias por todo eh:)"
plegó el papel y cerró los ojos.
por fin.

jueves, 6 de enero de 2011

f r í o

Se sentó y el frío se metió por sus zapatos que esa noche llevaba excesivamente grandes.
Escogió las palabras para seguir hablando, para evitar el silenco, para evitar los pensamientos que le podían pasar por la cabeza. Las sacó del bolsillo, y sin que él las viese, las dijo.
Él escuchó atentamente cada una de las palabras que ella le decía, la miraba, se reía con ella. Le tocaba, se calentaba las manos, asentía. En silencio. Escuchaba y escuchaba.
Cada vez hacía menos frío, aunque las horas iban creciendo.
La luz amarilla se adueñó de sus sombras, de su sonrisa. La de ella. Repetía cada una de las cosas una y otra vez y no se estaba dando cuenta. Él aún así, las escuchaba atentamente, asimilaba las palabras, le miraba con su mirada inexpresiva. Ausente pero presente. A su lado, sí, allí estaba, le mostraba el apoyo.
Aquello era muy difícil, dibujar esas palabras de tal forma, que él las entendiese a la primera, decirlas con claridad para no tener que repetirlas. Claro que, por ella las repetiría todas las veces que fuese necesarias, pero en ese momento no. Se encontraba temblando la voz a veces y para calmarla reía. Las risas le ayudaban a seguir.
Cuando su mirada encontraba la suya no podía evitar bajarla para volver a encontrarse con él de nuevo. Puedo calcular más de cincuenta de cruces de miradas, más de trescientas palabras, más de mil parpadeos y más latidos de su corazón que todo lo anterior. Sí. Fueron muchísimos.
Ella era feliz. Era feliz con lo que acababa de decir, con lo que había conseguido, por sí misma. Con las palabras que había guardado después de tanto tiempo y que tan perfectamente habían salido de sí.
Las sonrisas se abrazaron, las palabras celebraron su victoria en el aire, las miradas se fundieron en una, las sombras se tiñeron de doradas, la noche pasó a ser magnífica, los minutos pasaron como gotas de agua, los nervios fluyeron por el desagüe, las estrellas a ser la luz, las voces a hacer el mejor sonido del mundo, los silencios se volvieron cómodos y las manos quisieron tocarse.
Ya hacía más frío y ellos no lo notaron.

lunes, 3 de enero de 2011

Me moriré de ganas de decirte... que te voy a echar de menos

Escucho la canción dos veces. Con esta ya van tres, solo en esta mañana. Tengo los ojos encharcados en rabia. Estoy esperando una señal que me haga sentir eso que dices. Joder, tengo miedo. Sorbo la nariz y me pongo las manos en los ojos esperando no llorar. Porque no voy a llorar, soy fuerte.
Suena otra vez ese "Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos, y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos". Me acuerdo de ayer. La niebla entró por mis manos y se posó sobre mis huesos hasta que los hizo hielo. Tenía frío y tú estabas allí. No se que esperaba... "Cómo no pude darme cuenta, que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca." Suena haciendo un hueco en mi cabeza. No entendí (ni entiendo todavía) por qué se pasó por tú cabeza eso. Me acaba de dar un escalofrío y no sé si ha sido la canción, el frío o los recuerdos. "Me disfrazo de ti. Te disfrazas de mí. Y jugamos a ser humanos, en esta habitación gris." Recuerdo todos y cada uno de los besos que nos dimos escondidos tras aquel cuarto de baño. No quiero llorar. No lo voy a hacer. "Muerdo el agua por ti. Te deslizas por mí. Y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir" Dios mío, que alguien pare esa canción. Estoy esperando que des señales de vida y no las das. Estarás viendo la tele en tu casa, o durmiendo o qué se yo. De todo menos pensar en mí. "Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos, mis quejidos. Y dejo correr mis tuercas, y que hormigas me retuerzan." Mi corazón late acorde con el ritmo, y antes de darme cuenta de lo que ha dicho esta última estrofa, ya escucho ese "Quiero que no dejes de estrujarme, sin que yo te diga nada. Que tus yemas sean legañas, enganchadas a mis vértices." Porque al fin y al cabo es lo que quiero. Y rómpeme todos los huesos si es por el abrazo que me des. O déjame sin respiración con un beso. Pero joder, ven. Tengo ganas de ti. Como en aquel precioso libro con final feliz. Mientras vuelve a sonar el estribillo pienso en lo que me haces falta. "No sé que acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Nuestra incómoda postura, se dilató en el espacio" Cierro los ojos; el dolor me empieza en las pupilas y pasando pos mis caderas, llega hasta los pies. Los cierro porque no voy a llorar. No. "Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos, tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado." Entran cada una de esas palabras en mis oídos y llegan a mi cabeza haciendo tanto ruido que... "Me moriré de ganas de decirte, que te voy a echar de menos… Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas" Y sonrío. Sonrío y me aparto de la pantalla del ordenador mientras pienso en que pronto llega la siguiente estrofa. "Finjo que no sé, y que no has sabido. Finjo que no me gusta estar contigo… Y al perderme entre mis dedos, te recuerdo sin esfuerzo" Porque es eso. Te recuerdo sin quererlo. ¿Qué hago? Dame una pista. Vuelvo a recordar ayer. "Me moriré de ganas de decirte..." Le doy al pause y lo dejo así. La canción va a terminar pero no quiero escuchar el último verso. Ahora solo escucho silencio. Soy débil, y lo sabes.
Rompo a llorar. Lloro como una gilipollas, y al fin y al cabo es lo que soy. Cierro el portátil. Y me quedo sentada en la silla. Te quiero. Mucho.

©Alejandra ( http://labioscolormanzana.blogspot.com/ )