viernes, 31 de diciembre de 2010

sos

Y ya. Cierro los ojos.
Ha acabado todo.
Me siento... vacía. Impotente. Incapaz. Yo que creía que podía hacerte volver, y podía hacerte feliz.
¿Sabes? Diría que no me arrepiento de nada. Pero lo cierto es que me arrepiento de todo. Absolutamente todo. Desde el momento aquel que me sonreíste. Debería de no haberte mirado, si no cerrar los ojos, como ahora. Que no me enamorara de ti. Me arrepiento, porque yo no sabía que podía llegar a querer tanto a alguien. ¿Y sabes qué? Que nadie sabía que alguien era capaz de quererte tanto a ti.
Pero claro, ahí estaba yo, para ser la exclusiva. La nueva. La rara que quiere al raro.
Quisiera subirme en cualquier sitio, y no me importa que llueva, nieve, haga frío o un calor horrible. Gritaría miles de veces tu nombre, y otras miles de veces te quiero. Gritaría todo lo que me has hecho pasar y que ¡joder! me has hecho tan feliz...
Dime que es verdad. Dime que no me quieres. Dime que nunca lo has hecho. Que nunca has pensado en esa posibilidad. Di que ha sido sin querer. Dime que cuando me has mirado no has sentido nada. Dime que nunca has querido pasar un rato conmigo. Di que menos mal que no me quieres.
Dímelo. Dímelo todo. Hazme sufrir con la realidad, con la verdad.
Díselo a todos. Quítame el peso de encima, de tener que hacerlo yo. Dilo tú, que salga de ti.
Dilo, joder, ¡que no soy nada!
Ya cualquier cosa que me digas no va a hacerme más daño, pero sí va a dejarme cada vez más por los suelos.
Las lágrimas me están ahogando ahora mismo. Me ahogo en la impotencia, me ahogo en todo lo que te he querido.
Y dios, es verdad, me ahogo en todo lo que te quiero.
Es tan jodidamente grande.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

necesito verte aquí:

Era fácil descubrir que su mirada aparente de alegría escondía la tristeza que pocas veces se había visto en ella. Ni se había arreglado, y a penas se había pintado. Andaba arrastrando los pies y las manos en los bolsillos. Cuando le preguntaba en qué pensaba, o qué le pasaba, miraba ausente hacia un punto muerto para después responder un suave "nada".
Evidencia no era 2 + 2 son 4 ni tampoco que si mezclas el rojo con el amarillo da el naranja. No. En ese momento la evidencia estaba clara: le faltaba un trozo de ella misma. Le faltaba lo que formaba parte de su ser y lo había formado durante unos meses.
Sonreía sin ganas, y ya no contaba las mismas historias. Repetía siempre el mismo nombre y contaba una anécdota de cuando era feliz con ese mismo nombre. Recordaba en silencio y se le inundaban los ojos de lágrimas pero no caía ninguna.
Le dolía la ausencia, la tristeza no era un estado de ánimo para poder describirla en ese momento.
Le dolía el corazón, no hacía falta que me lo dijese. Le dolía querer.
Su ausencia y el corazón no le dejaban seguir.
Fue, cuando me sonrió sin ganas, una lágrima cayó al vacío. La miró con sentimiento de culpabilidad, filtrarse por su pantalón vaquero. Ya no había posibilidad de volver hacia atrás. Estaba ahí, había dejado sus sentimientos mojados, descubiertos.
Yo la miré, y me vi. Era yo. Decidí que ya era hora de volver a entrar en mí misma tras verme desde fuera.
Comprendí, que la evidencia no era 2 + 2 son 4. Ni tampoco que si mezclas el rojo con el amarillo da el naranja. Comprendí que me faltaba él. Comprendí que todo lo que había querido no había servido más que para darme mi propia felicidad. Comprendí que había quedado vacía por dentro y las lágrimas estaban preparadas para limpiar mi interior. Comprendí que esas lágrimas no iban a salir hasta recibir la negación. Comprendí, que ni el frío iba a hacer que volvieses.
Ya era suficiente. Si el dolor ni el frío no van a hacer que vuelvas, entonces,
seré yo quién lo haga.

lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Que qué esperaba?

No sé qué esperaba. Sé de sobras que había un cartel con luces de neón que decía claramente: "Alejandra hay 100000000 de caminos, puedes coger cualquiera menos este". Pero yo decidí tirar por ese. ¿Qué si me gustan los retos? Este no es ese caso. Ya había pasado antes por aquel camino y casi ni salgo de él. Pero una vez más, pienso que esta vez podría ir por la izquierda, y a lo mejor, así salía mejor.
No sé qué esperaba, ni que espero, aparte de que aparezcas de golpe y me digas "¿te apetece salir esta noche?" Pero nada, estoy aquí delante la pantalla de mi portátil negro, con el pelo mojado, esperando a que te conectes. Qué sé yo, hablar un rato, es lo que me apetece. Hoy tengo ganas de hablar por teléfono contigo.
Todo es raro. Tú eres raro. Yo soy rara.
No sé que esperaba.
Ni qué es lo que espero. Ni qué esperaré. Venga, aparece. Dime que me quieres y vete. O quédate dos minutos, tres. Pero por favor, aparece de nuevo y quédate un ratito antes de que me vaya.

©Alejandra ( http://labioscolormanzana.blogspot.com/ )


miércoles, 22 de diciembre de 2010

Historias para (no) dormir

No vengo a contarte la historia de los besos de despedida que se quedaron en el aire y no se volvieron a dar. Tampoco vengo a contar la de chico conoce a chica y al final todo parece bonito. Aunque esa siempre me ha gustado. Deberías saber que la de los mensajes por la madrugada y las sorpresas ya me las sé de memoria. Bueno, y la del zapato de cristal o la manzana roja todos os las sabéis, pero nadie las vive. La del teléfono que suena y nadie lo coge, o la que se queda hablando sola pensando que no había colgado, nunca me han llenado. No he venido a contarte la historia de los besos a escondidas. La que te apetece andar descalza, y dejar los zapatos debajo de su cama. Ahora no vengo a hablarte de ninguna de ellas.

Venía a contarte la historia de las chicas que estudian, pero sacan tiempo para sus amigas. La de las chicas que van al cine y no pueden parar de reír, nunca. Las que se dedican canciones, y textos, y sus méritos. Las que se abrazan sin razones, y se ayudan, independientemente de lo que haya pasado. Las chicas de los helados en invierno, y que aún compartiendo paraguas, se mojan. Y vale sí, que ellas también lloran, pero son fuertes. Muy fuertes. Creédme que se quieren. Muchísimo.

©Alejandra (http://labioscolormanzana.blogspot.com/)

Cuidado, que la chica de los labios color manzana y la chica nubes se han unido para contarte historias para (no) dormir.