domingo, 3 de abril de 2011

ya han pasado 3 meses de 5

Metió la cabeza entre las rodillas y se sentó como pudo en el suelo. Frío. Se echó el pelo hacia atrás y se apoyó en la pared. Todos seguían bailando bajo tantas luces; verdes, rojas, azules. Alzaban las manos hacia el techo y saltaban para poder alcanzarlo, o llegar más allá.
Ella no quería seguir escuchando, y escuchándole entre tanta gente. Miró hacia arriba. La inmensidad oscura que le atrapaba y le llevaba allí meses antes. Sonrió como una tonta, y las lágrimas salieron descontroladas conforme pestañeaba, cada vez más rápido por la risa que le producía. Parecía una broma, un desafío para ver cómo se había jodido todo.
- Pero no se ha perdido todo, ¿no? - se dijo a sí misma, a un nivel de voz tan bajo influido por la inmensidad que veía ante sus ojos, como si tuviera miedo. Era imposible enterarse. Y no sólo por la música tan fuerte que se encontraba tras la pared.
Se dijo a sí misma "basta" y se incorporó como pudo. Sacudió la falda y colocó la blusa en su sitio, volvió a mirar hacia arriba dejando caer las lágrimas que quedaban y limpió con cuidado para no dejar huella de haber llorado.
- ¿Hola?
No. No puede ser. No. No es él, no es él, no es él, no es él... Se repitió esta misma frase en la cabeza cada vez más rápido conforme se giraba. Sí. Sí, sí y sí. Sí era él.
- ¿Qué haces aquí? ¿Estás llorando?
- Qué dices, no. Bueno un poco, es que estoy preocupada.
- Bueno no te preocupes, sabes que todo se arreglará. ¿Vienes?
- Quería estar un rato más aquí.
- ¿Puedo quedarme?
- Si quieres sí.
- Sí que quiero.
Llegó a ponerse a su lado.
- Joder, es que luego dices que no eres alta.
- No lo soy, tengo los tacones puestos. Y no me lo repitas más, por favor.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué? Porque se jodió todo por culpa de eso. Tengo muy claro qué hubiera pasado de haber tenido 4 centímetros menos y tú también. No me hagas decírtelo.
Él se quedó callado de pronto. Sabía que en el fondo ella tenía razón y volvió a darse cuenta de que ella seguía enamorada a pesar de que lo había negado tantas veces.
- ¿Y bien?
- Creo que yo también te quise.
- ¿Y ahora no?
Enfurecida porque no decía nada, se agachó y se quitó los tacones. Los dejó a un lado y se colocó en frente suya. Ella le miraba todo el tiempo, a él no podían distinguirse los ojos, pero estaba segura de que también le correspondía.
Pronto, sintió que tenía que hacer algo, romper con ese silencio, de alguna forma. ¿Gritar? No, llamaría la atención y se rompería no de la manera que ella quería. ¿Reír? No era una situación de risa. ¿Un abrazo? Tampoco, no sabía si seguían siendo amigos. Quizás nunca lo fueron.
Iba a seguir preguntándose qué podía hacer, pero su cuerpo actuó antes que su mente. Le besó. Así, sin pensarlo. Fue rápida, y después, se agachó y recojió los tacones.
Cuando se reincorporó y aún descalza le dijo:
- Tú sabrás qué haces con eso y tú decides. Pero decide ya.

1 comentario: